domingo, 25 de marzo de 2012

El mecanismo de Anticitera


El mecanismo de Anticitera son los restos de un instrumento de cálculo astronómico de más de dos mil años de antigüedad. Su descubrimiento ha obligado a los historiadores a revaluar la capacidad tecnológica de los antiguos griegos que lo construyeron. No sólo es la primera computadora analógica, sino que es el mecanismo de engranaje más antiguo conocido. Incluso utilizó un engranaje diferencial, que antaño se creyó que se había inventado en el siglo XVI.
Fue descubierto en el año 1900 por seis buceadores de esponjas que habían quedado a la deriva en el Mediterráneo y echaron el ancla en Anticitera, una isla de Creta. Cuando empezaron a bucear, en vez de esponjas descubrieron un barco naufragado que había estado yaciendo a 45 metros de profundidad en el océano  desde el año 76 a.C
El mecanismo de Anticitera es el instrumento
 compuesto por engranajes diferenciales
 más antiguo del mundo.
El gobierno griego organizó una laboriosa operación de rescate y se utilizaron los mismos buceadores para recuperar el naufragio. Durante el siguiente año hicieron numerosas inmersiones libres sin oxígeno (la utilización de los equipos de buceo dificultaba excesivamente la labor) con el resultado de que murió un buzo y dos quedaron permanentemente inválidos. Sin embargo, recuperaron alfarería, estatuas y otros muchos objetos, incluyendo el mecanismo de Anticitera, cuya importancia fue ignorada inicialmente porque tenía la apariencia de ser únicamente varios trozos de madera descompuesta. No fue hasta que se secó la madera y empezó a desintegrarse cuando el arqueólogo Spyridon Stains observó, el 17 de mayo de 1902, que tenía una rueda de engranaje de metal incrustada en uno de los trozos.
El dispositivo fue construido inicialmente utilizando 32 engranajes de bronce interconectados dentro de una caja de madera. Gran parte del mecanismo había desaparecido, y lo que quedaba estaba gravemente dañado, pero era lo suficiente como para permitir a los científicos determinar que había tenido una manecilla giratoria y engranajes giratorios para calcular el movimiento de la luna, el sol y los planetas durante un período de años, sobre un fondo de estrellas. Un fragmento del texto en una de las piezas dice “parapegma”, que relaciona la posición de las constelaciones con la meteorología.
Sin embargo, sólo cuando se sometió al mecanismo a rayos X en el 1971 se pudo contar y predecir el número de dientes en cada engranaje, realizándose detallados dibujos y modelos para averiguar cómo funcionaba. En 1974 el historiador de Yale, Derek de Solla Price, publicó un estudio exhaustivo del instrumento. Al conocer el número exacto de dientes y la forma en que los engranajes se conectaban entre sí pudo finalmente identificar, matemáticamente, qué disco correspondía a qué cuerpo celeste.
Más recientemente, un fabricante británico de planetarios (un diseñador de modelos mecánicos de sistemas solares), John Gleave, construyó una réplica que funcionaba y mostraba aún mejor como funcionaba el instrumento. Los diales frontales marcan el movimiento del sol y la luna en el zodíaco utilizando el calendario egipcio. Dos diales próximos muestran el ciclo de un único mes sinódico (el tiempo entre dos lunas llenas o nuevas sucesivas) y el año lunar de doce meses sinódicos. Otros discos funcionan con un ciclo de cuatro años solares y 235 meses sinódicos, que es equivalente a un período de diecinueve años solares. Esa cifra es importante porque es un ciclo que se repite: los antiguos astrónomos debieron darse cuenta del patrón repetitivo de los equinoccios y los solsticios y de las fases de la luna en un ciclo de diecinueve años.
El mecanismo de Anticitera después de
la prueba de los rayos X.
Los engranajes estaban diseñados para acercarse todo lo posible a una ratio astronómico de 13,368267, que es la ratio necesaria para expresar esta relación. De hecho, lograron un ratio de 254/19 que es igual a 13,36842105: una precisión de 1/86000. Esto ya es sorprendente de por sí, pero también parece que sabían que era lo más que se podían aproximar sin construir una máquina mucho más grande con un número significativamente mayor de engranajes. En otras palabras, incluso conocían cuál era su propio margen de error.
Cuando Derek de Solla Price publicó sus descubrimientos en la década de 1970, concluyó que había sido construido por un astrónomo griego llamado Gemino de Rodas, una década antes de que se hundiera el barco. Se basaba en el hecho de que alguna de las inscripciones del mecanismo son casi idénticas a la escritura de uno de los libros de Gemino. Sin embargo, esto iría en contra de la opinión mayoritaria de que Rodas, en esta época, estaba en declive y ya no era el centro de la excelencia científica que había sido antaño. Como era de esperar, algunos siguen insistiendo en que sólo puede ser obra de los extraterrestres.
Fragmento extraído del libro El libro de los enigmas y tesoros del mundo

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