El mecanismo de Anticitera son los restos de un instrumento de cálculo
astronómico de más de dos mil años de antigüedad. Su descubrimiento ha obligado
a los historiadores a revaluar la capacidad tecnológica de los antiguos griegos
que lo construyeron. No sólo es la primera computadora analógica, sino que es
el mecanismo de engranaje más antiguo conocido. Incluso utilizó un
engranaje diferencial, que antaño se creyó que se había inventado en el siglo
XVI.
Fue descubierto en el año 1900 por seis buceadores de esponjas que
habían quedado a la deriva en el Mediterráneo y echaron el ancla en Anticitera, una isla de Creta. Cuando empezaron a
bucear, en vez de esponjas descubrieron un barco naufragado que había estado yaciendo
a 45 metros de profundidad en el océano desde el año 76 a.C
El mecanismo de Anticitera es el instrumento compuesto por engranajes diferenciales más antiguo del mundo. |
El gobierno griego organizó una laboriosa operación de rescate y
se utilizaron los mismos buceadores para recuperar el naufragio. Durante el
siguiente año hicieron numerosas inmersiones libres sin oxígeno (la utilización
de los equipos de buceo dificultaba excesivamente la labor) con el resultado de
que murió un buzo y dos quedaron permanentemente inválidos. Sin embargo,
recuperaron alfarería, estatuas y otros muchos objetos, incluyendo el mecanismo de
Anticitera, cuya importancia fue ignorada inicialmente porque tenía la
apariencia de ser únicamente varios trozos de madera descompuesta. No fue hasta
que se secó la madera y empezó a desintegrarse cuando el arqueólogo Spyridon Stains observó, el 17 de mayo de 1902, que
tenía una rueda de engranaje de metal incrustada en uno de los trozos.
El dispositivo fue construido inicialmente utilizando 32
engranajes de bronce interconectados dentro de una caja de madera. Gran parte
del mecanismo había desaparecido, y lo que quedaba estaba gravemente dañado,
pero era lo suficiente como para permitir a los científicos determinar que
había tenido una manecilla giratoria y engranajes giratorios para calcular el
movimiento de la luna, el sol y los planetas durante un período de años, sobre un
fondo de estrellas. Un fragmento del texto en una de las piezas dice “parapegma”,
que relaciona la posición de las constelaciones con la meteorología.
Sin embargo, sólo cuando se sometió al mecanismo a rayos X en el
1971 se pudo contar y predecir el número de dientes en cada engranaje,
realizándose detallados dibujos y modelos para averiguar cómo funcionaba. En
1974 el historiador de Yale, Derek
de Solla Price, publicó un estudio exhaustivo del instrumento. Al
conocer el número exacto de dientes y la forma en que los engranajes se
conectaban entre sí pudo finalmente identificar, matemáticamente, qué disco
correspondía a qué cuerpo celeste.
Más recientemente, un fabricante británico de planetarios (un
diseñador de modelos mecánicos de sistemas solares), John Gleave, construyó una
réplica que funcionaba y mostraba aún mejor como funcionaba el instrumento. Los
diales frontales marcan el movimiento del sol y la luna en el zodíaco
utilizando el calendario egipcio. Dos diales próximos muestran el ciclo de un
único mes sinódico (el tiempo entre dos lunas llenas o nuevas sucesivas) y el
año lunar de doce meses sinódicos. Otros discos funcionan con un ciclo de
cuatro años solares y 235 meses sinódicos, que es equivalente a un período de
diecinueve años solares. Esa cifra es importante porque es un ciclo que se
repite: los antiguos astrónomos debieron darse cuenta del patrón repetitivo de
los equinoccios y los solsticios y de las fases de la luna en un ciclo de
diecinueve años.
El mecanismo de Anticitera después de la prueba de los rayos X. |
Los engranajes estaban diseñados para acercarse todo lo posible a
una ratio astronómico de 13,368267, que es la ratio necesaria para expresar
esta relación. De hecho, lograron un ratio de 254/19 que es igual a
13,36842105: una precisión de 1/86000. Esto ya es sorprendente de por sí, pero
también parece que sabían que era lo más que se podían aproximar sin construir
una máquina mucho más grande con un número significativamente mayor de
engranajes. En otras palabras, incluso conocían cuál era su propio margen de
error.
Cuando Derek de Solla Price publicó sus descubrimientos en la década
de 1970, concluyó que había sido construido por un astrónomo griego llamado Gemino
de Rodas, una década antes de que se hundiera el barco. Se basaba en el
hecho de que alguna de las inscripciones del mecanismo son casi idénticas a la
escritura de uno de los libros de Gemino. Sin embargo, esto iría en
contra de la opinión mayoritaria de que Rodas, en esta época, estaba en
declive y ya no era el centro de la excelencia científica que había sido
antaño. Como era de esperar, algunos siguen insistiendo en que sólo puede ser
obra de los extraterrestres.
Fragmento extraído del libro El libro de los enigmas y tesoros del mundo
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