lunes, 16 de enero de 2012

La verdad sobre la imprenta

Todos hemos aprendido que el inventor de la imprenta, la máquina protagonista de uno de los periodos de cambio más interesantes de la historia de Occidente, fue el alemán Johannes Gutenberg.
La inventaron los chinos. En concreto,
Bi Sheng en el siglo XI, y llegó a
   Europa gracias a los árabes.
Se nos cuenta como él, experimentado artesano herrero, ideó los denominados caracteres  o tipos móviles fabricados en hierro a fin de que durasen más; con anterioridad se imprimía montando el texto del revés con unos caracteres fijos de madera y tintándolos: la presión de una lámina de pergamino o papel sobre dichos caracteres daba como resultado el texto en cuestión, ya legible.
Pero la madera se deterioraba con rapidez, de ahí el cambio al metal, que es, en efecto, mérito del impresor alemán. Sin embargo, la imprenta de caracteres móviles fue inventada en China en el siglo XI: los tipos representaban como es lógico, el alfabeto chino y eran de porcelana. El proceso de impresión era laborioso y muy lento por la complejidad del idioma. De China el sistema pasó en el siglo XIII a Corea, donde se simplificó el procedimiento para imprimir con mayor rapidez.
Finalmente, fueron los mercaderes árabes quienes lo llevaron a Occidente, como hicieron con otros productos orientales (tinta, pólvora, papel), y Gutenberg tuvo, como se ha dicho, el mérito de usar hierro para elaborar los tipos, haciéndolos más resistentes, y de experimentar con su tintado.
Fragmento extraído de la revista Muy historia

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